miércoles, 29 de marzo de 2017

Día Mundial CVX

Visión de Acogida II


El pasado sábado 25 de marzo celebramos, en el Centro Arrupe, el Día Mundial de la CVX, reconozco que asisto principalmente movida por mi interés en saber más sobre la Comunidad, aprovechar la oportunidad para conocer a algunos de sus miembros, tratar de integrarme un poco, y con ánimo de participar y compartir este día de alegría, resultando una experiencia muy positiva.



Tras el divertido baile que nuestras estupendas coreógrafas nos enseñaron y el juego de relacionar fechas con momentos claves del origen y evolución de la CVX, entramos en faena. Oramos juntos con el deseo de seguir más de cerca a Jesucristo y trabajar con Él en la construcción del Reino, desde dentro del mundo en que vivimos. Recordamos también, tantos beneficios recibidos en los que Dios nos manifiesta su amor. Tuvimos un espacio de oración personal, en el que se nos invitaba a reflexionar sobre nuestras fronteras, de qué manera, desde dónde, cómo nos pide el Señor que estemos en ellas, hacia donde nos invita el Señor a seguir avanzando… y compartimos en grupos nuestro sentir, que resultó muy enriquecedor. Me encontré con mis fronteras cotidianas, las del día a día en familia, en el trabajo, en la sociedad…, donde pongo mis barreras, donde construyo muros, donde me encierro, donde no crezco, donde no me entrego, donde miro para otro lado, donde me alejo del Señor, donde sí miro, pero… cómo miro, donde pongo el corazón y donde no.

Terminamos nuestro encuentro con la celebración de la Eucaristía, en la que siendo la festividad de la Encarnación, José nos recuerda cómo lo Divino se manifiesta en lo humano. Dios está presente y debemos tener nuestras puertas abiertas, permitiéndole entrar en nosotros; compartimos las ofrendas que fruto de nuestra oración personal elegimos en los grupos y participamos del emotivo acto de compromiso permanente de dos miembros de la comunidad y el compromiso temporal de otros tres miembros.



Por razones familiares, no pude compartir el último de los actos, las cervecitas y las viandas, pero la tarde resultó para mí de lo más fructífera. Estoy profundamente agradecida por tanto bien recibido.

Ojalá que en cada una de nuestras fronteras, a la luz de la fe, aprendamos a ver a Cristo, sintamos su necesidad y, con amor, nos entreguemos a remediarla. Ojalá seamos Iglesia sin fronteras, abierta a todos, como el corazón de Dios.

M. J. P. B.
Grupo Acogida.


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